Querida Entidad Creadora:
Hubo un tornado mami, literalmente, el domingo a la noche. Suena como me dijo uno de mis hermanos de acá: un rugido que viene como del cielo y se sostiene minutos y minutos que generan una nueva eternidad de incertidumbre jamás había percibido, y fue hermoso reírse y reírse luego del susto. El susto: ese sabio instinto nos alerta y salvaguarda en momentos en que la Naturabuela suelta sus amarras creadoras con fuerzas que sólo ella. La amo. Se llevó por delante los egos mami, el Tornado se los llevó. Los prejuicios y las prevenciones también, y quedó íntegramente roto el motor del control y la ventaja: la humana pretención de creer que puede algo diferente a percibir con alegría y asombro el discurrir de la totalidad de aquello pueda su percepción registrar si así se lo permite sin intermediación alguna a través de la sorpresa.
Estoy con una entidad reciéntemente creada, una eternidad compuesta por dos años de percepción en ella. Ando dedicado a su acompañamiento al menos 3/4 de las horas lumínicas en este planeta habito por ahora, y jamás había sostenido un encuentro como el de estos días: me está enseñando todo de nuevo esta entidad, la amo.
Ya me debo ir: en este planeta, hay una especie tiene algo a lo que llama tiempo, y siendo infinito lo cuenta y se dice a sí misma que se acaba. Por ahora habito esta corporeidad desde la que me comunico, así que diciéndole que la amo y agradeciéndole haberme creado, acompañado y ayudado a emanciparme a las territorialidades elegidas por las circunstancias y decisiones de mi haber y mis ancestralidades, me despido.
Gracias mamá.
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